Colonia Caroya: Iniciaron un criadero de cáñamo industrial como cultivo de rotación

El Ing. Agr. Agustín D’Olivo es el encargado de llevar adelante este proyecto de investigación que ya lleva dos años. Se trata de una planta que tiene múltiples usos y, aunque es igual a la de marihuana, no tiene efectos psicoactivos.

Por Nicolás Luque

El cáñamo industrial es la variedad “L” del cannabis sativa y se caracteriza porque tiene menos del 1% de TCL (Tetrahidrocannabinol), que es el contenido psicoactivo de la planta que habitualmente se utiliza para usos recreativos o medicinales.

La familia D’Olivo es reconocida en Colonia Caroya por llevar adelante un proyecto integral de cultivos y producciones agroecológicas.
En ese marco, decidieron comenzar con un criadero de investigación y fitomejoramiento de cáñamo industrial, amparados en la Ley 27.669, que establece el marco regulatorio para el desarrollo industrial de este cultivo.


El Ing Agr Agustín D’Olivo siempre fue un apasionado de esta planta y comenzó a interesarse en ella desde que era estudiante.
Hace dos años, junto a su familia, tomaron la decisión de emprender este desafío, que insumió gran cantidad de recursos y dedicación, ya que es una actividad, como él mismo dice, a la que “hay que hacerla desde cero”. En Argentina, debido a las prohibiciones que estuvieron vigentes durante muchos años, casi no hay desarrollo del cáñamo industrial.


Es por eso que comenzaron con un pequeño lote donde fueron ensayando con semillas de diverso tipo, siempre con la condición de que tengan menos del 1% del componente psicoactivo.
A partir de esto realizaron una selección de acuerdo a la resistencia a las plagas, el clima y los factores externos, con resultados muy alentadores. Ahora ya piensan en incorporar el cáñamo industrial como un cultivo de rotación en lotes que habitualmente siembran con maíz, zapallo o trigo.


D’Olivo explicó que esto no sólo es un importante paso para obtener la soberanía germinal –es decir, semillas propias-, sino que también es un avance para la agricultura extensiva.
“El cáñamo industrial es una planta que tiene muchos usos, nosotros particularmente lo estamos enfocando en lo que es grano y obtención de aceites, y harinas de uso alimenticio”, puntualizó.
Ellos ya realizaron el prensado en frío de las semillas que se obtienen de la planta y el rendimiento fue de hasta un 40% de aceite, con un procedimiento muy similar al que se hace con cualquier oleaginosa.


Con la “cascarilla” que queda, se realiza una molienda que deriva en la harina de cáñamo, que puede utilizarse para la fabricación de alimentos.
Siempre es bueno destacar que ambos productos se pueden utilizar a nivel industrial porque no tienen ningún componente alucinógeno o medicinal.


Es una planta que se siembra a cielo abierto y sin ninguna protección de los factores climáticos, a diferencia del cannabis sativa que se utiliza para otros fines, que requiere de ciertas condiciones ambientales que, muchas veces, son controladas artificialmente.
“Vemos que es un cultivo que se comporta muy bien con las malezas, con las plagas, entonces nos sirve para los manejos que venimos trabajando en el resto de la zona”, apuntó.
La empresa familiar ya tiene experiencia en la siembra agroecológica y orgánica, por lo que esto le sumaría un plus a la labor que vienen realizando en Colonia Caroya.


Agustín tiene la convicción de que lograrán que el cáñamo industrial se convierta en un cultivo de triple propósito, utilizando las semillas para el aceite, la biomasa y las fibras que también se obtienen del tallo de la planta, que son usadas en la construcción y en otras industrias agrícolas y ganaderas.
Todo el proceso se realiza bajo una estricta vigilancia y seguimiento en laboratorio y el establecimiento cuenta, además, con las inspecciones de los organismos de contralor correspondientes.

“No es marihuana”

Aunque el lote del criadero está ubicado en la zona rural de Puesto Viejo, a unos 5 kilómetros del centro de Colonia Caroya, Agustín tenía en claro que, por la similitud con la planta de la marihuana, podían tener algunos inconvenientes.
Por eso decidieron construir un cerco perimetral, pero esto no fue suficiente para frenar a quienes fueron atraídos por el olor.


Entraron a robar varias veces, por lo que no sólo tuvieron que poner carteles con la leyenda: “No es marihuana, no tiene TCL”, sino que contrataron un guardia las 24 horas, sobre todo en el periodo de floración, que se extiende, aproximadamente durante dos meses.
La planta es difícil de diferenciar y el aroma que emana es igual al del cannabis que se utiliza para fines recreativos.

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