Jesús María: “El nylon es normal en este barrio”

Maximiliano Reyna tiene 26 años y perdió su “rancho” debido a un incendio. Cuando advirtió el fuego, sólo atinó a salvar su vida y la de sus hijos. Los vecinos lo ayudaron como pudieron, pero todo quedó reducido a cenizas. Ahora necesita de la solidaridad de todos.

Eran aproximadamente las 22 horas cuando entró a su casa, construida de madera, chapa y nylon en calle Serrezuela al 254, de barrio Sierras y Parques, en Jesús María.

Cuando entró y vio que el humo había cubierto el techo, buscó a su hijo de 9 años que se estaba bañando y su esposa, Rocío, cargó en brazos a la más pequeña, de 2, y salieron afuera.

Comenzó a gritar desesperado y los primeros vecinos se acercaron para intentar darle una mano, en medio de la noche y la confusión.

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Maximiliano tiene 26 años y trabaja como albañil, pero en este momento se encontraba sin ninguna changa. Había construido su “rancho” en un segmento de terreno que le cedió su padre y tenía el sueño de poder edificar en la parte de atrás.

Aunque estaba alquilando en otro lugar, no le renovaron el contrato y, aunque buscó, no pudo encontrar una vivienda cuyo alquiler que pudiera pagar, por lo que decidió construir algo en lo de su papá. Con chapas, palos y bolsas de nylon, se pudo acomodar con su mujer y dos de sus seis hijos.

“Opté por armarme un rancho mientras me estaba armando mi casa al lado”, explicó.

Pero este miércoles, un incendio quemó en minutos lo que tanto le costó conseguir. “Ya no había forma de recuperar nada”, relató, como pudo, contemplando la montaña de cenizas y chapas retorcidas, que fue lo único que quedó de su casita.

Esa noche, vinieron vecinos “de la entrada del barrio” y trataron de luchar contra las llamas, que lo devoraron todo a su paso, sin tregua ni compasión.

A la mañana siguiente, antes de que él pudiera levantarse, todavía afectado por el humo, la tristeza y el shock, un grupo de hombres del barrio ya habían comenzado con la limpieza del lugar.

La Municipalidad envió a una trabajadora social y los ayudaron con módulos alimentarios, cuatro colchones y aseguraron que también aportarán materiales de construcción.

Maximiliano, su compañera, Rocío y los chicos, quedaron “con lo puesto”. Hasta los pañales de la pequeña Leire se quemaron en ese infierno que se desató con tanta furia.

Por la tarde, los vecinos seguían trabajando sin jornal y con el sólo objetivo de ayudarlo y devolverle, al menos, una sonrisa.

Maxi se mostró muy conmovido y agradecido con todos los que, sin hacer preguntas, le tendieron una mano.

“Si usted ve, el nylon es normal en este barrio, muchas casas lo ponen en el techo porque se llueve, lo ponen en una pared porque le entra viento, es algo normal en el barrio, y nos puede pasar a cualquiera, estamos todos a la expectativa de que, si nos pasa algo, nos vamos a ayudar”, expresó este joven, dando una descripción elocuente de lo que pasa cuando uno se aleja algunas cuadras de las luces que obnubilan a todos con eso del color, el coraje, o el mejor asado del mundo.

Expuso, además, la necesidad de que el barrio cuente con algún tipo de instrumento para accionar más rápido ante este tipo de episodios. Los bomberos demoraron varios minutos en llegar y no por mala voluntad, sino que las distancias son tiranas cuando se trata de emergencias.

Maximiliano quiere recobrar las fuerzas y seguir adelante, pero sin dudas, no podrá hacerlo solo. Por eso necesita de la solidaridad de todos en este momento tan difícil que le toca atravesar.

“En lo que me puedan ayudar estaré muy agradecido y les daré la bendición de Dios por ayudarme; me quedé sin nada, un dolor…”, finalizó.

Los que puedan colaborar con mercadería, algún elemento de necesidad o simplemente hacer un aporte, a continuación les dejamos los datos.

Cel: 3525 64-9266

Alias: mazy91218

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