Doña Mechi: “La que cura no soy yo, es Jesús a través de mí”

Sin develar su verdadera identidad, nos contó cómo fue que se convirtió en una sanadora popular. Su encuentro con la Virgen y el diálogo con un sacardote que fue clave en su decisión de vida. Creer o reventar, esa es la cuestión.

Por Nicolás Luque

Hasta hace un par de décadas, curar el empacho, la ojeadura, la pata de cabra, el susto y tantas otras dolencias que tienen una raíz espiritual o energética, era más común de lo que se piensa.
Si bien, con los años, las personas que tenían el Don de la sanación, y que formaban parte del paisaje más común de los pueblos y ciudades del interior, fueron desapareciendo por una cuestión lógica, esos saberes no se perdieron.
Doña Mechi es una mujer que vive en Sinsacate y que desde hace tiempo decidió que sanar a los demás iba a ser uno de los ejes de su vida.
Pero su historia comienza cuando tan sólo tenía siete y ocho años. Siendo una niña, tuvo algunas visiones que la conmocionaron y en dos oportunidades, asegura, vio a la Virgen.
“Para mí fue muy terrible”, admitió a Noticias Jesús María, que la entrevistó en forma exclusiva.
Sin poder comprender lo que le ocurría, lo primero que tuvo fue miedo, hasta que se animó a contarle a sus padres, esperando que pudieran creerle y, efectivamente, así lo hicieron.
Su abuela decidió llevarla con un sacerdote, que también creyó en su relato y le pidió que rezara, aunque Doña Mechi aún seguía sin poder asimilar lo que le estaba pasando.
Al salir de aquella iglesia le pidió a Dios no volver a tener una visión y, desde entonces, jamás vivenció otro episodio de ese estilo.
Pero le quedó la inquietud y comenzó a preguntarse “por qué” a ella, pero con el tiempo entendió que todas las personas tienen una sensibilidad distinta, pero sólo algunas deciden enfocarse y profundizar en lo espiritual.
“Ahí fue cuando dije, ‘algo tengo que hacer con esto’, decido recibir el Don de la sanación y después hice un curso de sanaciones populares”, explicó Doña Mechi.
Empezó a trabajar con la gente y, aunque tenía mucho miedo al principio, luego se dio cuenta que esa posibilidad de hacer algo bueno por los demás la terminó completando como persona.
NJM: ¿A qué te referís con eso de “recibir el Don”?
Doña Mechi: “Hace referencia al don de la sanidad, el espíritu santo, hay algo que la gente se equivoca, en realidad la que sana, la que cura no soy yo, es Jesús a través de mí”.
NJM: Dicen que curar te genera una energía bastante compleja, ¿es así?
Doña Mechi: “Eso realmente se siente, cuando uno hace una sanción es un intercambio de la energía, quien cura es Jesús y no yo, soy un mero puente, siento eso que pasa por mí hacia el otro”.
Admitió que a veces una ‘energía negativa’ también la termina afectando, pero ella tiene las herramientas espirituales, físicas y emocionales para poder contrarrestar eso.
Desde hace dos años comenzó a dedicarse a atender personas que llegan con las más diversas dolencias.
Lo particular es que no sólo persiste la atención personal, como ocurría históricamente, sino que en la actualidad muchos se contactan vía WhatsApp y Doña Mechi ejerce la sanación “a distancia”.
Si bien no cobra por su trabajo, la gran mayoría de las personas le dejan una colaboración a voluntad.
Explicó que la necesidad de usar el Don de la sanación para ayudar a otros no tiene un momento determinado, sino que se da cuando la persona esté preparada para hacerlo. Por otro lado, también desmitificó el hecho de que sólo se puede dar el traspaso de dones en días religiosos específicos, sino que es suficiente que ambos seres estén con la predisposición para poder completar el proceso.
Curar el empacho, la ojeadura, o los cólicos, son parte de las consultas más habituales para Doña Mechi, pero también acompaña a personas adultas mayores que atraviesan dolencias crónicas o a quienes acaban de someterse a una intervención quirúrgica.
Recordó que más allá de sus curaciones, siempre recomienda, como primera medida, concurrir al médico ante cualquier afección.
Y vos, ¿creés en este arte milenario de la sanación?

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