Oscar D’olivo cumple 104 años: Desde Hipólito Yrigoyen a Milei
Nació el 18 de enero de 1921 y este sábado celebrará con un grupo de amigos y familiares su extenso recorrido de vida. Siempre estuvo lejos de los excesos y cree que eso lo ayudó a vivir tanto.
Don Oscar D’Olivo es toda una personalidad en Colonia Caroya. Su paso cansino es una postal habitual de la ciudad y todos lo saludan con una sonrisa. “Es que uno cosecha lo que siembra”, afirmó cuando llegamos a su casa para una entrevista que se extendió por casi dos horas.
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Nació el 18 de enero de 1921 y sus padres, Maximiliano D’Olivo y Catalina Nóbile, ya tenían otros diez hijos, pero luego vinieron otros tres, completando un total de 14 hermanos, ocho mujeres y seis varones.
Hizo hasta tercer grado en la Escuela San Martín de Colonia Caroya y luego completó la primaria en la Escuela Ortiz de Ocampo de Jesús María.
Se casó muy joven con María Enriqueta Peschiutta, y estuvieron casados durante 67 años hasta que ella, lamentablemente, falleció. Todavía conserva sus cenizas en la habitación en la que dormían juntos. Nunca más volvió a formar pareja, aunque sí tuvo una enamorada, pero él prefirió seguir en soledad.
Don Oscar abrió un almacén de ramos generales que con el tiempo fue creciendo y lo dirigió durante más de medio siglo, hasta que sus hijos se hicieron cargo.
Su padre, que llegó en barco desde Italia como inmigrante, fue intendente de Colonia Caroya por tres periodos consecutivos. El legado más importante que le dejó fue un gran ejemplo de trabajo, compromiso y esfuerzo.
Amigo de Dybala
Don Oscar conoció a Paulo Dybala, el jugador de la Roma y de la Selección Argentina, cuando todavía era un niño. Aún estaba en Instituto y uno de sus yernos lo invitaba a comer para que no regresara a Laguna Larga en Colectivo.
Así se forjó una amistad que perdura hasta hoy. Todos los años, el jugador le envía una remera con el número de su cumpleaños.
Oscar las guarda celosamente en una caja y este año espera la 104.
Un libro abierto
Hablar con Don Oscar es como abrir un libro de historia, ya que vivió de cerca todos los cambios que se fueron dando con los años.
Todavía recuerda cuando sus padres quebraron, durante la crisis de la década del ’30 y recién durante la Segunda Guerra Mundial él pudo abrir nuevamente un almacén para empezar de nuevo.
Iba a la escuela en caballo, cuando todas las calles eran de tierra y el primer auto que manejó fue un Ford A.
Tuvo cuatro hijos (Adriana, Analía, Raúl y Daniel) que hoy lo acompañan en una vejez tranquila y con mucha lucidez.
Cuando nació, el país era gobernado por Hipólito Yrigoyen y, desde entonces, él sigue siendo testigo de los vaivenes de la Argentina, que hoy preside Javier Milei.
Después de una vida de trabajo, pasa sus días compartiendo largos ratos en los tradicionales bares caroyenses, donde se encuentra con amigos y charlan de cosas de la vida.
El mensaje
“De esta vida no nos llevamos nada, lo único que nos llevamos es lo que hemos ofrecido al pueblo”, afirmó.
Sostuvo que lo más importante es “respetar a los mayores” y le recomendó a los jóvenes que “estudien y se preparen” para el mundo que viene.
Además, pidió respeto hacia las mujeres porque son las que “nos traen al mundo”.
Sobre la longevidad, Don Oscar simplemente dijo que “hay que cuidarse un poco” y evitar todos los excesos en la comida y la bebida.
Al despedirnos, nos mostró una foto con Juan Manuel Fangio que data de mediados de los ’60.
Don Oscar nos acompañó hasta la calle y no paró de contar pequeñas historias que guarda entre sus recuerdos más preciados.