Antonella y Rodrigo son una pareja que se conocen desde los 14 años. Emprendieron sus vacaciones a Barcelona, y luego se dirigieron a la Fontana de Trevi, Roma. Allí, Rodrigo le propuso casamiento y un fotógrafo se acercó para captar el momento insistiendo que lo haría gratis. Les terminó cobrando 20 euros.

Antonella (33) trabaja como secretaria en un estudio dental, su pareja Rodrigo, (34) es empleado público, a pesar que son oriundos de Jesús María, actualmente viven en Colonia Caroya. Su historia comenzó hace muchos años atrás, cuando tan solo eran dos adolescentes. Luego de compartir una larga relación juntos, el año 2016 marcó un nuevo comienzo.

Ambos, emprendieron sus vacaciones a la ciudad de Barcelona, España para visitar a un familiar.  Pero Anto no tenía idea de lo que la esperaba, su pareja llevaba en el equipaje un par de anillos, dispuesto a pedirle matrimonio en uno de los lugares más románticos de Roma

Una vez instalados en España, Rodrigo le propuso conocer otros lugares nuevos como París e Italia, dado que por la distancia, los viajes se hacían más accesibles económicamente. 

Decidieron conocer la Fontana di Trevi, ubicada en Roma:

“Salimos a caminar y a recorrer las calles del lugar, los paisajes eran bellísimos. Estábamos cerca de la fuente y se escuchaba el ruido del agua, pero él quería esperar que baje el sol y que sea más de noche para buscar un momento romántico”, recordó Anto.

Rodrigo le preguntó por cuánto tiempo quería estar junto a él, a lo que ella le respondió “toda la vida”. Fue el momento oportuno para sacar los anillos y pedirle matrimonio frente a cientos de turistas. Tiempo más tarde, la boda se concretó dos años después, en el 2018. 

Entre miles de emociones, un fotógrafo que hablaba en otro idioma, se acercó para ofrecerles captar el momento con su cámara. La pareja le respondió que no disponían de dinero en ese momento para pagar el servicio, pero el fotógrafo insistió diciendo que lo haría gratis. 

Luego de sacar dos fotografías, les cobró  20 euros, y ni siquiera se veía la fuente detrás de ellos. 

Anto recuerda este momento como “un trago amargo, dentro de lo lindo”, pero hasta el día de hoy, la fotografía se convirtió en un grato recuerdo que los remonta a uno de los momentos más importantes de su vida.

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