Bibliotecas populares de la región repudiaron públicamente las nuevas reformas de Milei
Las bibliotecas de Colonia Caroya, Jesús María y Sinsacate, se congregaron en una de las esquinas del festival para anunciar mediante una suelta de libros, un contundente rechazo al DNU y a la ley ómnibus impulsadas por el presidente. Declaran que las modificaciones ponen en peligro a los establecimientos y que el gobierno no debería recortar el ámbito cultural, sino otros sectores.
Durante el festival, el miércoles 10 de enero, la Biblioteca Popular La Bicicleta, Biblioteca Popular Mtra. Olga Carreño (Colonia Caroya), Biblioteca Popular Sarmiento (Jesús María) y la Asociación Civil Biblioteca Popular Sinsacate reclamaron mediante una suelta de libros, en rechazo al DNU del presidente Javier Milei y a la ley ómnibus.
Daniel Gatica, presidente de la Comisión Directiva de la Biblioteca Popular Sarmiento expresó que junto a otras bibliotecas populares de la región, se unieron para resistir a algunos artículos “que tocan la cultura” en general y a las bibliotecas populares en particular.
Tal como explicó, las bibliotecas son entidades privadas que están protegidas por la Comisión Nacional de Bibliotecas Populares (CONABIP), ley creada en 1870 por el presidente Domingo Faustino Sarmiento.
Según detalló Gatica, el DNU tendría efectos preocupantes en la modificación de dicho organismo y anularía la escasa colaboración que el gobierno brinda a las bibliotecas a nivel nacional.
Además de que los colaboradores de las bibliotecas no perciben ingresos, Gatica aclaró: “al Estado Nacional no le costamos un centavo porque la CONADEP se financia con un porcentaje del juego de azar”.
En este sentido, Gatica agregó que la CONADEP recibe escasos aportes del Estado por lo que intenta colaborar con las bibliotecas mediante donaciones de libros, capacitaciones u otras alternativas que no requieran dinero significativo.
“Nosotros no los molestamos, no nos molesten ustedes a nosotros” , reclamó Gatica.
El voluntario, enumeró la compleja situación que de por si, las bibliotecas atraviesan viéndose forzadas constantemente a “reinventar un montón de cosas” para que pueda persistir en el tiempo y para que la gente pueda volver a la lectura.
Estas acciones conllevan “un esfuerzo”, bajo un lamentable marco en el que los voluntarios no cobran, las instituciones están subsidiadas, presenta pocos socios, escasos ingresos para la manutención de la estructura del lugar y el estado en sí, no colabora.