Néstor Curto: el bioquímico preferido de los estudiantes que escuchó su vocación de docente

Néstor Curto es bioquímico, farmacéutico y docente en el colegio secundario IPEM 272. Naturalmente tiene una gran vocación para enseñar a los jóvenes los misterios de la química y la física. Cumpliendo 21 años como docente, su pasión se refleja en el cariño que le guardan todos sus alumnos, que lo recuerdan como un profesor excepcional.

Néstor Curto es un ciudadano de Jesús María, docente, químico, farmacéutico, aficionado al ajedrez y fanático de Talleres.

A pesar de ejercer como bioquímico, aseguró que siempre se vio sumamente atraído por la docencia, que se convirtió en una pasión.

La primera vez que debutó como profesor, fue en la facultad mientras paralelamente, transitaba la carrera de Investigación. Paradójicamente enseñaba en los dos extremos de la carrera; en el ingreso de Ciencias Químicas y en la última materia con la que se recibían los alumnos.

Después de trabajar tres años como docente universitario, uno de sus antiguos profesores le ofreció ejercer como Bioquímico, por lo que aceptó y al tener que viajar constantemente de una ciudad a otra, optó por mudarse definitivamente a Jesús María.

No obstante, “se quedó con una inquietud por la docencia” que lo llevó a trabajar algunas horas en el colegio IPEM 272, Domingo Faustino Sarmiento.

“Siempre me tiró el Sarmiento, siento una predilección por esa institución. Mi vida está muy ligada a este colegio, le tengo mucho aprecio”, remató luego de contar que fue el lugar en donde transitó sus estudios secundarios, al igual que sus tres hijos. Además, su madre trabajó allí como secretaria por más de 30 años, y él mismo, para costear sus estudios universitarios, trabajó como preceptor.

De hecho, reveló que en el colegio, conoció a su profesor de Química, el Dr Anatrini, quién fue una gran influencia que lo incentivó a elegir su profesión.

La docencia lo llevó a enseñar física y química por más de 21 años en diferentes instituciones secundarias como en el IPEM 294, el IPETyM N 69 y el Seminario Menor. Actualmente trabaja exclusivamente en el Sarmiento, y como bioquímico desde hace 30 años.

Contó que se siente cómodo con los quintos y sextos años, aquellos cursos más altos, “con gente y problemas más grandes”.  

Afirmó que muchas personas le cuestionaron el hecho de ejercer la docencia, teniendo un título de Bioquímico. A lo que siempre responde, que además de ser una vocación, el contacto permanente con los jóvenes lo ayudó en la vida,  sobre todo para aprender el oficio de padre, que no se enseña en ninguna facultad.

“Al estar con chicos adolescentes de la misma edad de mis hijos, eso me ayudaba a comprenderlos mejor y actuar en consecuencia”, contó.

Es notable el cariño y respeto que muchos estudiantes le guardan. Al preguntarle su secreto respondió que para que los jóvenes se interesen por el estudio, antes, necesitan establecer un vínculo con el docente. Hecho que hoy en día, “se torna más difícil por el contexto”, pero al descifrar la manera, “los chicos responden”.

Néstor es un docente que recuerda a sus alumnos con un gran cariño. Además de enseñar física y química, insiste en que todos, “traten de tener sueños”, sin importar si en un futuro se pueden cumplir o no. Considera que es el motor que a muchos les falta para animarse a querer hacer algo y a movilizarse para hacer grandes cosas.

Hasta el día de hoy se encuentra con ex alumnos en diferentes lugares, que lo recuerdan como uno de los mejores docentes que han tenido.

Su pasión por la educación, lo hizo conjeturar que la docencia “ha ido en picada” en estos últimos tiempos, en donde muchos estudiantes van a la escuela sin saber por qué.

“Cuesta más llegarle a los alumnos para poder enseñarles algo. La labor del docente se fue desvalorizando. Al docente se le atribuyen cosas a las que muchas veces no está capacitado, pasan cosas que  te apichonan”, contó desde su vasta experiencia.

Sostuvo que el rol de la docencia es algo que “te tiene que gustar mucho”, dado que se convirtió en una profesión en donde cada vez se hace más empinada la cuesta. Económicamente, explicó que “no podría sobrevivir” de no contar con su trabajo de bioquímico, situación diferente al resto de muchos colegas docentes, que viven de eso.

Sus técnicas de estudios tienen la regla principal de “no aprender de memoria, ni recitar como loros”. Contrariamente busca que sus alumnos “piensen”; un gran desafió para la generación milenial que hoy lo buscan todo en el Internet (herramienta útil pero engañosa que inhibe el uso de tu raciocinio para resolver situaciones problemáticas).

“Hay que ejercitar el cerebro, se entrena. Lo enseño mediante situaciones problemáticas, haciendo hipótesis, cálculos. Hoy apretas un cli, buscando en Google o con cualquier aplicación de la IA y no siempre es útil”, concluyó.

Experiencias opuestas

Néstor contó que hubo dos experiencias que “lo marcaron” en su trayecto como docente.

La primera, ocurrió cuando debutaba como profesor en la última materia de la carrera. En aquella oportunidad tuvo que evaluar al abanderado de la facultad, un alumno sobresaliente, al que “le daba cosa” tomarlo, dado que era inexperto.

Cinco años después de aquel examen, su alumno Gabriel Rabinovichse se convirtió en uno de los científicos más destacados del país, futuro ganador de un Premio Nobel. Es un prestigioso bioquímico que recibió múltiples premiaciones, y enseña en universidades de Italia y Estados Unidos (EEUU). Además, es el protagonista de la investigación más importante hasta el momento, que busca la cura del cáncer.

Néstor, orgulloso del profesional que pasó por sus enseñanzas, se contactó con Rabinovichse por Facebook. El joven lo reconoció automáticamente y entablaron una grata conversación recordando momentos en la facultad. “Fue una gran satisfacción poder reencontrarme con él y recordarlo”, se emocionó.

Otra historia que lo marcó, es sobre un alumno catastrófico, que no estudiaba ni cumplía con ninguna de las tareas. Cuando se presentó a rendir a fin de año, Néstor al dejarle ciertos ejercicios para resolver, se precipitó a pensar que no aprobaría. Asombrado, su alumno resolvió todos los ejercicios a la perfección y aprobó lo materia.

Sin palabras, y sin haber visto algo similar, al año siguiente lo vuelve a tener como alumno. Néstor se le acercó para decirle que el primero de diciembre, a fin de año, le contaría algo. Así fue que durante el último día de clases, lo llamó para contarle que el día en el que le había tomado examen lo juzgo de forma negativa.

“Le pedí disculpas porque lo juzgue y lo felicite porque del desastre que era salió adelante de su situación, se puso las pilas y me dejó una enseñanza. Ese día nos abrazamos y lloramos”, relató Néstor.

No hay diferencias

Néstor tiene un hermano mellizo, llamado Rubén Curto, un gran periodista reconocido en toda la región.

El parecido físico de los hermanos, a generado muchas confusiones a los alumnos de Néstor, que en más de una oportunidad insistieron haberlo visto, a pesar de no ser él mismo.

Sus padres son Irma Peressotti (quien figura en la fotografía) y José Luis Curto.

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