El Festival de Jesús María vendió 195 mil entradas

Si bien no están aún los detalles de la taquilla, esa sería la cifra de tickets que se comercializaron en la 58 Edición de la fiesta. Desde la Comisión Directiva hicieron un excelente balance de los números. ¿Hay cosas para corregir?

El lunes extra del Festival Nacional de Doma y Folklore fue la coronación de un evento que convocó a casi 200 mil espectadores a lo largo de 11 noches.

La Comisión Directiva de la fiesta ya había hecho un balance “muy positivo” de la 58 Edición y anticipó que dejó ganancia para las escuelas.

Recordemos que la mitad de las utilidades que arroja cada edición se distribuye entre las 20 cooperadoras escolares que la integran. A partir de 2024 se sumarán dos más.

Si bien las primeras jornadas estuvieron flojas en cuanto a cantidad de público, esto fue cambiando a lo largo de las noches de color y coraje.

Desde el jueves hasta el mismo lunes, los números fueron cada vez más sorprendentes, con noches de entre 28 y 29.500 entradas.

Si bien el Festival está habituado a la afluencia de un público masivo, este año quedo expuesta una severa falencia en el ingreso de la gente al estadio.

El fin de semana hubo filas de hasta 10 cuadras de largo y personas que esperaron más de siete horas para poder entrar. Algunos, que iban con la esperanza de conseguir un tickets, no pudieron hacerlo porque ya había un cartel de “localidades agotadas”, aunque nadie les avisó.

Dentro del estadio, la falta de comodidades se convirtió en un verdadero calvario para quienes no encontraron lugar en alguna grada hasta que se habilita el campo de la jineteada.

Las demoras para comprar bebidas o comida se extendieron y había personas sentadas en el piso por toda la parte superior del anillo de tribunas.

A eso hay que sumar los problemas de los baños femeninos, que también colapsaron debido a la cantidad de mujeres que los requerían.

El último lunes, con la noche extra, todo esto se vio agudizado, incluso en cuanto al abarrotamiento de las escaleras para bajar al campo, virtualmente bloqueadas por la cantidad de gente.

Tampoco se dispusieron fuentes de agua para el público, algo que es común en los grandes recitales, donde el movimiento de público es masivo.

Comprar una bebida era tarea imposible y las filas, en algunos casos, superaban los cien metros de largo.

El Festival fue un éxito en los números, pero también debe tomar en cuenta lo que implican esas cifras para la seguridad de quienes asisten.

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