Es secretaria por la mañana y a la tarde empleada de un taller metalúrgico
Con sólo 22 años, Maia Arrascaeta aprendió el oficio de su padre y fue la gran sorpresa del rubro en Villa del Totoral. Al principio la miraban con desconfianza, pero ahora valoran su trabajo.
A sólo 200 metros de Ruta 9, en el ingreso a Villa del Totoral, se encuentra el taller “Metal G”, que realiza reparaciones y fabricaciones metalúrgicas pesadas.
Lo llamativo es que cuando uno ingresa al local, observa que una de las empleadas es una joven que, con sólo 22 años, aprendió el oficio de su padre y realiza todo tipo de tareas en un rubro que está copado por los hombres.
Se trata de Maia Arrascaeta, que no deja de manifestar el orgullo que le da estar portando un overol, zapatos de seguridad y una mascarilla de soldar.
Heredó la pasión por los “fierros” de su padre, Gustavo, que la mira con un amor inmenso, y de su abuelo Hugo, que toda la vida estuvo en el rubro de la electricidad del automotor. Pero lo más importante que le transmitieron, es la seguridad de que ella era capaz y podía lograr lo que se propusiera.
Ambos son sus pilares y le enseñaron todo lo que sabe de metalúrgica, un ámbito que la propia Maia define como “muy machista”.
Al principio, muchos clientes desconfiaban de su capacidad, pero pudo ganarse el respeto de todos a fuerza de mucha dedicación y trabajo.
En el taller arreglan tractores, fabrican piezas pesadas para motores y hasta están construyendo una máquina industrial para pelar papas. Esto requiere el uso de máquinas de corte por plasma, grandes herramientas, soldadoras y plegadoras de metal.
Maia quiso seguir con el oficio de su papá y le pidió que le fuera enseñando. “Primero fue prueba y error, pero es la forma de aprender”, contó.
Hace algunos meses le ofrecieron trabajo como secretaria administrativa en la Municipalidad de Sarmiento, a unos 20 kilómetros de Totoral y aceptó el puesto, pero con el compromiso de no dejar el taller.
Es por eso que todos los días, a las 7 de la mañana, se maquilla, se pone el uniforme de oficina y emprende su labor como agente municipal. Pero por la tarde, se calza un overol, los zapatos de seguridad y tiene siempre cerca la máscara para soldar.
Maia admitió que ni siquiera ella creía que iba a lograrlo, pero desde que comenzó, hace poco más de dos años, descubrió una pasión que no está dispuesta a abandonar.
Aunque comenzó a estudiar la Licenciatura en Teatro, que es otro de sus grandes amores, tuvo que dejar la carrera y se abocó de lleno a la metalúrgica.
Hacia el futuro, tiene definido seguir perfeccionándose le gusta la idea de ser una inspiración para otras mujeres que no se animan a realizar trabajos que históricamente llevan a cabo los hombres.
Gustavo, el papá de Maia, nunca pensó que alguna de sus tres hijas iba a seguir sus pasos, lo que le produce un enorme sentimiento de orgullo.
Sostuvo que siempre estuvo convencido de que la cuestión de género no es un impedimento para desarrollarse en una u otra actividad.
Aseguró que Maia trabaja con una dedicación enorme y muchos clientes se asombran cuando ven los resultados en las piezas terminadas.
Después de tomarse unos minutos para dialogar con nuestro medio, esta joven ejemplar enciende nuevamente las máquinas y se dispone a culminar lo que dejó pendiente.