De quedar desempleado a crear una pujante empresa de contenedores habitables
La historia de José Luis Sivieri es toda una aventura. Su recuperación comenzó con un clasificado que puso en el diario “La Voz” a mediados de los ’90. A punto de retirarse, está desarrollando un enorme proyecto para la central nuclear de Embalse.
Con sólo 35 años, la vida lo encontró siendo gerente de un banco y, como él mismo dice, estaba “en la cresta de la ola”. Había comenzado con la hipoteca de su casa, se estaba comprando en cuotas una Renoleta, felizmente casado y con dos hijos pequeños.
Pero a José Luis Sivieri, que hoy tiene 72 años, la crisis que comenzaba a gestarse a mediados de los 90 le pegó de lleno.
El banco que dirigía –prefirió mantener en reserva el nombre- fue intervenido por el Banco Central y al poco tiempo lo despidieron sin pagarle ni la indemnización.
Todo su mundo se vino a pique y entró en una profunda depresión, de la que pudo salir gracias a Silvia, su esposa, que lo animó a levantarse y tratar de salir de ese pozo emocional.
“Tuve un momento muy difícil”, contó mirando hacia abajo. Todavía le remueve cosas recordar aquellos días en los que parecía no encontrar salida alguna.
Sin tener un horizonte claro, comenzó a ir todas las mañanas a la Biblioteca Filomena Rossi de Colonia Caroya a leer el diario.
Allí vio un particular aviso en el diario Ámbito Financiero, donde una empresa chilena llamada “Compañía Sudamericana de Vapor” buscaba un representante de ventas en la Argentina.
Estaban iniciando con el negocio de la comercialización y alquiler de contenedores habitables, algo que en Córdoba aún era un nicho incipiente. Ser una provincia mediterránea, alejada de los puertos, no aportaba demasiado.
De todas maneras, decidió tomar contacto con la firma y ofrecer sus servicios. Los años como bancario no sólo le dejaron muchos contactos relevantes, sino también una gran preparación para hacer negocios.
Después de la primera entrevista, los representantes corporativos del país trasandino quisieron visitar Córdoba y se alojaron en el Hotel de la Cañada. José Luis, entre risas, contó que él no tenía dónde recibirlos, pero hizo lo posible para que estén cómodos.
Aunque había otro postulante para el cargo, lo eligieron porque vieron en él la necesidad y el enfoque que estaban buscando.
Puse un aviso en el diario La Voz
Pero una vez que tuvo el “sí”, tenía que comenzar a vender los contenedores y no sabía por dónde arrancar. Hasta tuvo que pedirle a un amigo que era propietario de una empresa de transporte sobre el Camino Interfábricas, que le permitiera emplazar cuatro unidades de muestra que le enviaron desde Chile.
Lo primero que hizo fue poner un aviso clasificado en el diario “La Voz”, porque hasta ese momento no había visto ni un peso.
“Alquiler de módulos habitables”, escribió en aquel “cuadradito” de papel en el que depositó toda su esperanza.
Los días pasaban y nadie llamaba. Comenzó a preocuparse y se contactó con la empresa chilena, pero desde allí le pidieron que tuviera paciencia.
Hasta que recibió la primera consulta y acordó un encuentro en el predio donde había instalado, de prestado, las unidades de muestra.
Llegó “una camioneta de esas grandes, impresionantes, de las que no había muchas en aquel tiempo”, contó emocionado.
De allí bajaron una mujer y dos hombres de gran contextura física que hablaban en inglés. Comenzaron a evaluar lo que les estaba ofreciendo y finalmente los convenció.
Eran integrantes del Circo de Disney, que llegaban por primera vez a Córdoba para realizar un espectáculo sobre hielo y necesitaban los módulos para alojar a todo el staff durante la gira.
La empresa norteamericana fue su primer cliente y a partir de allí, no paró de crecer.
Sigue creciendo
Su vida cambió por completo y con el paso de los años, en 2007, no sólo había montado su propia empresa –que lleva el nombre Chilear-, sino que pudo comprar las acciones de sus socios chilenos y comenzó a trabajar con sus hijos.
Actualmente está en un proceso para delegar el mando en las nuevas generaciones, pero, sin embargo, acaba de ganar una licitación nacional para construir una enorme batería de oficinas para la central nuclear de Embalse, que alojará a casi 200 operarios.
Pero la historia de José Luis tiene muchos otros matices, como lo que logró en 1988, batiendo un record guinnes junto al panadero Roco Darano, elaborando medialunas durante tres días seguidos en el centro de Jesús María.
Fue el organizador de ese evento y con el dinero recaudado se pudo construir el edificio en el que todavía sigue funcionando el Instituto Especial Niño Jesús, que contiene a personas con discapacidad.
La vida, sin dudas, le dio una segunda oportunidad a este emprendedor, que deja a las claras el valor que tiene confiar en uno mismo a pesar de las circunstancias.